Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación

Murga Joven La Mojigata

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Como nacimiento, o como época de gestación, sería el año 1998. Quienes integrábamos un taller de murga que daba el Pitufo Lombardo en el TUMP, llamado “Coro y percusión de murga”, íbamos armando letras y diferentes partes de un supuesto espectáculo, buscándole un nombre a esa supuesta murga para poder armar una presentación, una despedida, etcétera. Y varios de nosotros quedamos enganchados con armar una murga “de verdad”, que no fuera solo en suposiciones de taller. Pero no era la intención explícita del taller armar una murga, para nada, estaba pensado para dar elementos técnicos.

Ese año nos enteramos de que existía el Encuentro de Murga Joven. Lo fuimos a ver en el 98, que era en los talleres Don Bosco, y vimos todas las murgas -que eran muy poquitas- y ahí dijimos que estaría bueno, capaz, el año que viene presentarnos a algo así. Pero ahí ni siquiera habíamos terminado el año lectivo del taller. En verano nos seguimos juntando en alguna casa, los que seguíamos interesados. Había gente que no quería o que no podía, por cuestiones de tiempo. Y empezamos a juntar también más gente, porque éramos pocos y nos faltaban ciertas voces en el coro. Primero se bajó el director porque ya ese año iba a empezar a salir en la BCG, entonces había que buscar entre nosotros otro que pudiera tomar ese rol. Ahí le pasó la posta a Darío, que era el que sabía tocar la guitarra y tenía oreja para armar arreglos, pero era tímido y no quería. También llamamos a amigos y hermanos para que se sumaran.

El nombre surge en el marco mismo del taller, como un ejercicio. La pauta en ese momento era: se tiene que llamar “La” y algo que fuera de cuatro sílabas y que rimara con a-a. No me acuerdo qué estrofa era que había escrita, y lo que entraba era que fuera “La la-la-la-la”. El “La” fue muy clásico, en realidad, podría haberse llamado de otra manera, pero esa fue la pauta que nos tiró el Pitufo. Teníamos que inventar un nombre y me acuerdo que un compañero tiró “La mojigata”, otros tiramos otros y votamos. El mismo compañero que propuso “La mojigata” después no lo votó porque decía que en realidad no estaba bueno. La mayoría no sabíamos lo que quería decir pero nos gustaba cómo sonaba. Nos dejaron hasta la clase siguiente para decidir, para que lo re pensáramos, pero nosotros dijimos que nos gustaba cómo sonaba.

Con los años fui recibiendo opiniones de gente que tenía su versión de la palabra “mojigata”. No es una palabra tan usada en nuestro vocabulario uruguayo, pero en otros países hispanohablantes es muy común. Me acuerdo clarito que me lo empecé a topar en libros para referirse a algo muy conservador o que no se ocupaba de las injusticias. Después un compañero me dijo “Ah, la mojigata es la que no se deja ¿no? A mí me suena a que es eso” y pensé que estaba buena esa interpretación, como algo positivo y rebelde.

Fragmento de entrevista a Ann-Marie Almada en La audioteca de murga joven, programa n°18, Que Vuelva el Sporting.

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