Ernesto Herrera Lascazes nació en Montevideo en 1889 y murió en la misma ciudad, en 1917. Fue escritor, dramaturgo y periodista, con una producción de marcado acento social, muy cercana al anarquismo.
Hijo de Nicolás Herrera, fue primo del poeta Julio Herrera y Reissig, aunque, como plantea el crítico Alberto Zum Felde, “si tuvo el talento de muchos de los varones de su familia, no participó, en cambio, de ninguno de sus títulos sociales. Huérfano desde la adolescencia, vivió solo y en la miseria, en completo desamparo físico y moral, conociendo el hambre, el frío, la desnudez”.
Mantuvo amistad con jóvenes intelectuales de su tiempo, entre ellos Ángel Falco, Alberto Lasplaces, Alberto Macció, Carlos Sabat Ercasty y Rafael Barret, este último trece años mayor. Fue cofundador de BOHEMIA: REVISTA DE ARTE, donde firmó con los seudónimos “Herrerita”, “R. Herita” o “Ginesillo de Pasamonte”. Participó, asimismo, en publicaciones periódicas como LA RAZÓN, VIDA NUEVA, LA SEMANA y LA DEFENSA. También colaboró con medios brasileños, entre ellos los periódicos anarquistas A LANTERNA y A FOLHA DO POVO.
En 1910 publica una serie de cuentos con el nombre Su majestad el hambre. A partir de allí, en los últimos siete años de una muy corta vida, se dedica a la dramaturgia. Dentro de un esquema realista estrena con éxito El Estanque (1910), el mismo año de la muerte de Florencio Sánchez, creador con el cual es rápidamente asociado.
En 1911 estrena Mala laya en el Teatro Nacional. El mismo año, es el turno de El león ciego, su obra más trascendente, inspirada por el levantamiento militar de Basilio Muñoz de 1910, al cual Herrera acude como periodista. La nueva contienda civil entre blancos y colorados, la vida en campamento y el conocimiento directo de las intimidades políticas, inspiran su obra más lograda. El león ciego es seguida por La moral de Misia Paca (1911), que al año siguiente logra su estreno en Buenos Aires.
El presidente José Batlle y Ordóñez le concede una misión artística y de estudio en Europa. Herrera se radica en Francia y especialmente en Madrid, donde establece contacto con el mundo artístico. Su estado de salud comienza a verse comprometido, no obstante, su creación teatral continúa con El pan nuestro (1913) y El caballo del comisario (1915).
Ya de regreso a Uruguay, en 1916 es nombrado profesor de literatura en Soriano. A partir de documentación de época, el crítico Walter Rela afirma que “durante todo el año trabajó en sus clases con gran entusiasmo, recuperándose física y espiritualmente”. Pero su vieja afección de garganta se agudiza y debe regresar a Montevideo, donde fallece el 19 de febrero de 1917. “Malogrado por la muerte, no por la vida como también lo fueron otros, murió de tisis a los treinta años, cuando su talento había llegado ya al punto de madurez y de sazón en que iba a dar sus mejores obras” concluye, no sin pesar, Alberto Zum Felde.
Investigación y realización: Federico Sánchez Toniotti - Andrea Cirelli