Adolfo Berro fue poeta. Nació en Montevideo en 1819 y murió tempranamente, en la misma ciudad, en 1841.
Desde muy joven se destacó como estudiante. Con gran inclinación por temas sociales, asistió a la recién instalada Cátedra de Derecho Civil (1836) y trabajó por la emancipación y la mejora intelectual de la población afrodescendiente, razón que llevó al Tribunal de Justicia a designarlo como Defensor de Esclavos. De esa forma, redactó un plan de liberación paulatina, procurando armonizar el problema humano con el problema económico-político. Berro también mostró preocupación por temas atinentes a la educación popular, y colaboró en el periódico EL TALISMÁN, editado a fines de 1840.
El joven escribió versos pero, en un principio, de forma casi oculta. Ensayó un prólogo en 1840 en el que se definía: “No tengo sistema literario: para mí las cualidades de toda buena poesía deben ser moralidad en el fondo y fin que el poeta se proponga; sencillez y elegancia en las formas”. La publicación de su único libro será póstuma, en 1842, bajo el título genérico de Poesías. El volumen cuenta con prólogo de Andrés Lamas, “pluma de compañero y de amigo, pero inteligente y serena” al decir de Fernández Saldaña. Entre sus composiciones, también irrumpe la veta social en poemas como “El Esclavo”, “La Ramera”, “El Mendigo”. Asimismo, el joven Berro también escribe romances, entre los que se destacan “Yandubayú y Liropeya” y “Población de Montevideo”.
En relación a su prematuro fallecimiento, Menéndez y Pelayo habló de “la esperanza de un poeta”. Según recuerda el semanario El INDISCRETO en agosto de 1884, su muerte “fue motivo de duelo general entre sus compatriotas. Da una idea del afecto que le profesaban, las póstumas ceremonias celebradas en su honor y el haberse costeado por suscripción popular, el modesto sepulcro de nuestro cementerio, que todavía guarda sus restos; el sepulcro cuya inscripción honra a la juventud de aquel tiempo, y hará más palpable, no solo la memoria del poeta caído para siempre en la batalla de la vida, sino también la de aquella generación entusiasta, que supo apreciar los méritos y virtudes del simpático joven poeta”.
Investigación y realización: Nicola Stillitani - Ricardo Rocha